viernes, 27 de febrero de 2009

LA PROPIEDAD ES UN ROBO. DE CUANDO SE DIO CARACTER SOCIAL A LA PROPIEDAD HASTA QUE UNA CONVENCIÓN ILEGAL LA DEROGÓ: LA CONSTITUCIÓN DE 1949


BOTELLA AL MAR Nº65.

LA CONSTITUCION DE 1949, por MÓNICA OPORTO.

Los fundamentos de la reforma señalaron la voluntad de perfeccionar la Constitución de 1853 cambiando la antigua fórmula de “libertad, igualdad y fraternidad” por los principios que por entonces se imponían en la realidad: Libertad, fraternidad y solidaridad, por los que encontraba su cauce el movimiento nacido y consolidado en octubre de 1945.
La reforma constitucional de 1949 fue social y económicamente amplia y expresaba la inclusión de lo que se conocía por entonces como corriente de constitucionalismo social que ya otros países habían adoptado. Desde el preámbulo se expresaba la indoblegable intención de constituir una Nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana. En el cuerpo constitucional se atendía a la protección de los derechos de niños, ancianos, la familia, los trabajadores, la educación y la cultura, con especial atención a la función social de la propiedad, el capital y la actividad económica. Sin embargo, derrocado el gobierno de Perón, los opositores sólo destacaron la posibilidad de la reelección del presidente y vicepresidente.
La reforma de 1949 nació de varios proyectos presentados en el Congreso de la Nación. En la Cámara de Diputados, reunida los días 13 y 14 de agosto de 1948, se discutieron los proyectos presentados por Héctor J. Cámpora, Ángel J. Miel Asquía, José Emilio Visca, Atala, Dri, Tilli, Raúl Bustos Fierro, Luis A. Roche. El proyecto final fue aprobado por 96 votos a favor y 34 en contra. En el Senado fue puesto a consideración el 27 de agosto de 1948 en una sesión a la que asistieron los ministros de Interior, de Relaciones Exteriores y Culto, y de Justicia e Instrucción Pública que se sumaron a los Senadores Durand, Figueiras, Mathus Hoyos, Amelotti, Cruz, De la Zerda, Gómez del Junco, De Lázaro, Basaldúa y Busquet en el uso de la palabra.
Aprobada la necesidad de la reforma por ley 13233 se convocó a elecciones de convencionales para el 5 de diciembre de 1948. El resultado fue que una amplia mayoría del pueblo manifestó su voluntad favorable a la modificación de la Constitución.
La Convención, reunida a partir del 24 de enero de 1949, fue presidida por Domingo Mercante quien gobernaba la provincia de Buenos Aires. Los secretarios fueron Mario A. Goizueta y Bernardino H. Garaguso. Entre sus convencionales se encontraban Arturo Sampay, el ya mencionado Domingo Mercante, José Espejo, Ítalo Luder, Pablo A. Ramella, Eduardo Colom por el peronismo que había logrado la mayoría. Por la minoría el Dr. Moisés Lebensohn, Alfredo Calgano, Aráoz de Lamadrid y R. Lascano.
ALGO PARA RECORDAR

En el Capítulo III artículo nº37 primera parte quedaron establecidos los “Derechos del trabajador, de la familia, de la ancianidad y de la educación y la cultura”. Con respecto a los derechos de los trabajadores, los diez incisos garantizaban lo siguiente:
- derecho al trabajo,
- a una retribución justa,
- a la capacitación,
- a condiciones dignas de trabajo,
- a la preservación de la salud,
- al bienestar (vivienda, indumentaria y alimentación, descanso, elevar el nivel de vida y de trabajo),
- a la seguridad social,
- protección de la familia del trabajador,
- mejoramiento económico y
- a la defensa de los intereses profesionales.
De los sectores que podrían estimarse más vulnerables dentro de la sociedad, se establecían los derechos que asistían a los ancianos. En el artículo 37, parte tercera los ancianos debían contar con:
- derecho a la asistencia
- protección integral resguardada por el Estado directamente o por institutos o fundaciones,
- derecho a la vivienda,
- a la alimentación,
- a un vestido decoroso y apropiado,
- al cuidado de la salud física,
- al cuidado de la salud moral,
- al esparcimiento,
- al trabajo cuando sus condiciones lo permitieran,
- a la tranquilidad liberados de angustias y preocupaciones, y
- derecho al respeto.
El capítulo IV estaba destacaba la función social de la propiedad, el capital y la actividad económica, tal vez por aquello de que “La economía nunca ha sido libre: o la controla el Estado en beneficio del Pueblo o lo hacen los grandes consorcios en perjuicio de éste”, frase pronunciada por el gral. Perón, y venía a rectificar el carácter meramente individualista de la propiedad que había consagrado la anterior Constitución de carácter liberal.
El artículo 39 disponía que “El capital debe estar al servicio de la economía nacional y tener como principal objeto el bienestar social. Sus diversas formas de explotación no pueden contrariar los fines de beneficio común del pueblo argentino …”
La labor de los constituyentes concluyó y la Constitución entró en vigencia el 16 de marzo de 1949.
El golpe de Estado producido en 1955 contra un gobierno legítimo y legal, la dejó sin efecto. Convocó a elecciones de convencionales dentro de un régimen de facto y en agosto de 1957 se dio comienzo a las sesiones preparatorias. Cuando la convención, finalmente, se reunió en Santa Fe a partir de septiembre de ese año, la presidía Ignacio Palacios Hidalgo, y secretarios Marioa Gerarduzzi y Francisco R. García Leyenda.
Es notable la escisión que se produjo dentro de la Unión Cívica Radical (U.C.R.) como consecuencia de los manejos políticos y sociales derivados del golpe de Estado. Cuando se realizaron las elecciones de convencionales obtuvo mayoría el voto en blanco (alcanzaron un 23,3% del total, un poco mas que el sector liderado por Balbín).
El Radicalismo fue dividido entre la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP) que apoyaba la derogación de la Constitución, la proscripción del peronismo, y estaba claramente identificada con los golpistas, estaba liderada por el Dr. Ricardo Balbín. En tanto que el otros sector, la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI) heredera del pensamiento de Leandro N. Alem (que se quiere pero que no se doble) a través de su líder, el Dr. Oscar Alende, sostuvieron que la Convención era ilegal, condenaron la proscripción del peronismo y se retiraron del recinto. Esto permitió que la UCRP convalidara los actos de un régimen ilegal, el de la “Fusiladora”.
Si bien se incorporó al texto de la vieja Constitución de 1853 un artículo donde se resumieron los derechos de los trabajadores (actual artículo 14 bis que ni siquiera tiene numeración propia…), no corrieron la misma suerte otros derechos como los ya mencionados anteriormente de ancianos, familia, cultural nacional, pero tampoco la igualdad entre el hombre y la mujer, la autonomía universitaria, la gestión estatal de los servicios públicos y la propiedad de los recursos naturales.
Quedaba así consagrada la infamia.

DE LA CONTRADICCIÓN: EL ENEMIGO PRINCIPAL, POR NORBERTO GALASSO

Ya lo advirtió el viejo Mao. Y lo formuló como ley de la contradicción en las cosas. En la vida cotidiana se plantean como dos concepciones del mundo, una contradicción principal y el aspecto principal de la contradicción, la identidad y la lucha entre los aspectos de la contradicción, y el papel del antagonismo en la contradicción.

En esta nota Norberto Galasso deja bien clara la contradicción y sus parte antagónicas. Es cuestión,nada mas, de observar, analizar, y plantearse ¿de qué lado estás, chabón? ¿a quién le "hacés el juego" si te plantás del lado equivocado?


El enemigo principal - Por Norberto Galasso


En Página/12, el 17 de febrero último, el compañero Luis Brunati se suma a la polémica que venimos desarrollando acerca de si Proyecto Sur debe atacar frontalmente y con todo furor al Gobierno, considerándolo el enemigo principal, como lo está haciendo (Pino dice: “Kirchner es perverso”, “traidor”, “el Gobierno es antinacional y antipopular”, “Scalabrini Ortiz y Jauretche habrían visto con simpatía esta protesta rural”, “Scalabrini no estaría en Carta Abierta”, etc.) o si, en cambio, corresponde una crítica lateral, reconociendo aciertos –empujando, para profundizarlos– y señalando errores. Aquí reside el aspecto central de la discusión: quién es el enemigo principal, que ahora retoma Brunati.
Le contesto: lea el compañero Luis el diario La Nación, mire los noticiosos de TN, observe la perversidad de la casi totalidad del periodismo televisivo y la opinión de la casi totalidad de la dirigencia que aparece en “los medios” –ferozmente opositora al Gobierno– y se convencerá de que no puede coincidir con ellos.. López Murphy, Carrió, Escribano, Grondona, la Mesa de Enlace agropecuaria, Longobardi y tantos otros saben bien quién es “el enemigo principal de ellos” y en este momento le apuntan agresivamente, con burlas y saña, al kirchnerismo. Por tanto, Luis, éste no puede ser, al mismo tiempo, el enemigo principal de Proyecto Sur.
Esta gente antinacional y antipopular pretendió “desgastar” al Gobierno, quiso voltearlo con un cacerolazo, logró debilitarlo con sus cortes de ruta, se apropió del cerebro de gran parte de los sectores medios reverdeciendo el gorilismo, apelando al racismo “anticabecita”, al machismo –incluso al “machismo de las mujeres”– ensañándose con Cristina y ahora intenta organizar algo parecido a la Unión Democrática, aunque en dos alas. Una, la liberal-oligárquica de Carrió –UCR en declinación conservadora, traidores como Cobos y hombres de paja del imperio como “el Bulldog”, con el aporte de la hija de Pepe Estensoro y la prepotencia aristocrática de una Bullrich Luro Pueyrredón, renegada de sus osadías juveniles. La otra, la monstruosa degeneración de un sector del peronismo, que retoma la línea menemista-duhaldista, con millonarios como De Narváez, oportunistas como Solá y el fantasma del viejo Pinedo resurrecto en su nieto. Todos ellos, juntos o separados, se esmeran por bajar el telón sobre la experiencia de Néstor y Cristina. A su vez, Fidel, Chávez, Lula, Evo y Correa no quieren que esto ocurra porque consideran a la pareja como compañeros del hundimiento del ALCA y de la necesaria reunificación de América latina con Banco del Sur, moneda latinoamericana y comité de defensa ante cualquier prepotencia imperialista.
De esto no hay duda alguna. Vos me decís en tu artículo que también son enemigos Bunge y Born, Urquía, la Aceitera General Deheza, Monsanto, etc., ¡qué duda cabe! Sólo que el diputado de Proyecto Sur votó a favor de esos intereses sojeros contra la Resolución 125 con el alborozo de La Nación, Clarín, Perfil y otros (lo menos que cabía era abstenerse). También mencionás a otros que, esos sí, hacen buenos negocios como las grandes empresas mineras y petroleras. No eludí este tema –como me criticás por mi nota anterior– ni lo eludo ahora. Digo que hay “amigos del poder”, efectivamente, como también los hay en todos los movimientos que algunos catedráticos llaman despectivamente “populistas”, incluso en el peronismo del ’45. Pero esos negocios no alcanzan para confundir los campos. Son suficientes sí, para señalar compromisos, contradicciones, concesiones del Gobierno. Por eso hay que empujarlo, movilizando al pueblo, para que profundice su política y adopte medidas audaces en esas áreas hoy sujetas al saqueo. Pero no podés caracterizar al Gobierno solamente por esta cuestión, como ocurría con radicales y nacionalistas que conspiraban contra Perón diciendo que entregaba el petróleo o no había nacionalizado la CADE. También te puedo recordar que Perón, seguramente a disgusto, llevó al balcón de la Rosada al asesino de Sandino. ¿Esta actitud tan criticable invalidaba las nacionalizaciones, el no ingreso al FMI, el más del 50 por ciento de la participación de los trabajadores en el ingreso y tantas otras cosas positivas? Evidentemente, no. Había que hacerse el distraído si se estaba dentro del peronismo o criticarlo lateralmente, sin dejar de reconocer el carácter nacional y popular del gobierno, si se estaba en la izquierda nacional (porque de la otra izquierda mejor no hablar). Fue también una concesión cuando el General encarceló a los exilados guatemaltecos del gobierno de Arbenz derrocado por los yanquis. De esta desgraciada medida algunos sacaron la conclusión de que el gobierno era proimperialista, lo recuerdo. Así actuó gente honesta, con grandes ilusiones y quimeras. Lenin también los soportó y los calificó como “el izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo”. Como vos sabés, colaboraron para que llegaran los Rojas y Aramburu, quienes liberaron a los guatemaltecos, pero fusilaron a los trabajadores peronistas y dictaron el 4161 y todo lo demás.
En mi anterior artículo decía que me sorprende que compañeros de larga lucha en el peronismo no comprendan las vacilaciones de los gobiernos policlasistas, que también las tuvo el peronismo, aun en sus mejores momentos (Actas de Chapultepec, ¿te acordás?). También me sorprende que omitan los avances de este gobierno y algo tan caro al peronismo como son los derechos de los trabajadores. Porque ahora no sólo hubo disminución de la desocupación y recupero de las paritarias, sino que desde la Comisión parlamentaria de Legislación Laboral presidida por Héctor Recalde se recuperaron conquistas que el menemismo había destruido (sextuplicación del salario mínimo, vital y móvil, suspensión de despidos sin causa, derogación de la ley Banelco, prohibición de uso de banderas extranjeras en los buques para eludir la legislación laboral argentina, limitación a ocho horas de la jornada para peones rurales, modificación de la ley de pasantías, el “dubio pro operario” en juicios laborales, jueces laborales en materia de quiebras, etc.). Y esto no lo promueve “el enemigo principal”, sino el Frente para la Victoria.
Es correcto que Proyecto Sur critique, pero, por favor, no desde el campo del enemigo, no desde La Nación y Perfil, ni en los programas de los periodistas del imperio, que se solazan escuchando las críticas. Elogien lo elogiable y critiquen lo criticable, pero con sumo cuidado para no ser funcionales a la reacción. Crezcan, desarróllense, si pueden, cabalgando junto a lo mejor del Gobierno y cuando deban votar, no le den pasto al enemigo.
También ha salido al ruedo, por correo electrónico, otro dirigente y amigo, Mario Mazitelli, quien señala que la política del imperio es “la alternancia”. Según él, el imperialismo deja hacer al centroizquierda hoy, después en 2011 vendrá la centroderecha y así sucesivamente mientras Proyecto Sur –sostiene un militante honesto como Mario– construye el partido “para hacer la revolución social”. Este supuesto poder inmenso de los sectores dominantes previendo varios gobiernos y manejando a su gusto a todos los argentinos –menos a Proyecto Sur– me sorprende porque se sustenta en categorías liberales, como centroizquierda o centroderecha, que utilizan Morales Solá y sus congéneres. Creo, en cambio, que hay una cuestión nacional que divide a la sociedad en antiimperialistas y proimperialistas y una cuestión social que la divide en explotadores y explotados. Del ensamble de ambas cuestiones nace un proyecto de Liberación Nacional en marcha hacia el socialismo.
Pero esta polémica no la voy a seguir por dos motivos. La primera, porque la egolatría es mala consejera. Y esto de que la plana mayor de Proyecto Sur (sólo faltás vos, Carlitos del Frade, y espero que no lo hagas) se prodigue en discutir conmigo puede provocarme cierta vanidad y apartarme de aquello que aconsejaba Scalabrini: “Ser uno cualquiera que sabe que es uno cualquiera”. La segunda, porque aparecen quienes rebajan el nivel de la discusión, como un tal José Luis que por correo electrónico intenta descalificarme tratándome benévolamente de “anciano”. Como se comprende, a los 72, no estoy para coqueterías, pero si la calificación viene de Proyecto Sur les advierto que si yo soy anciano, Pino es seis meses más anciano que yo.
Pero no es así, Pino, vos y yo sabemos que no somos viejos. Ocurre simplemente –como decía Jauretche– que hace muchos años que somos jóvenes y mantenemos la juventud suficiente para polemizar acerca del destino de esta América latina que insoslayablemente va hacia la unidad y al socialismo. Y, por mi parte, bajo el telón sobre esta polémica, en la certeza de que tarde o temprano las duras luchas por la liberación nacional y social nos encontrarán a todos nosotros, otra vez juntos, en la misma vereda de siempre.
* Historiador y ensayista.
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