viernes, 24 de abril de 2009

LOS MALDITOS, SEGÚN JAURETCHE


LOS MALDITOS

Conviene mantener frescas las palabras de Jauretche porque describen la cultura y la política de mediados del siglo pasado pero son tan útiles para hoy que quiero compartirlas para descubrirlas,releerlas y reflexionarlas
:

"Me ha extendido en otra oportunidad sobre el tema de la superestructura colonial del país y cómo practica ésta la colonizacion pedagógica. Así la escuela enseña a leer para que el alfabetizado lea textos donde se deforma la realidad y para que, ya adulto, lea periódicos que cumplen la misma tarea. Con ese criterio actúan los libros de la mayoría de las editoriales y también la mayoría de las cátedras universitarias, demanera que lo que se llama instrumentación de la cultura en el país no es otra cosa que la adecuación de la ineligencia del argenitno a las condiciones creadas por los intereses que dominan. Lo mismo sucee con los más modrnos medios de publicidad en los que excepcionalmente, diríamos por descuido de los directores, se puede oír una voz que desentona con lamúsica monocorde o se aparta del libreto reiterado.
El mundo de los escritores no puede escapar al sistema.Por el contrario, su captación es minuciosamente cuidada por la colonizacion pedagógica.
El escritor desde ya es propoenso a encerrarse dentro de su propio tema como en un castillo, con lo que estamos a un paso de aquello del arte por el arte, consistente en que el hombre se desvincula de su humanidad propia y ésta de la patria, enq ue necesariamrente debiera estar inmerso, con lo cual su actividad deja de ser vital para ser mera artesanía. De esto del arte por el arte ha salido una cómoda muletilla que es la del arte no comprometida, que responde en realidad al compromiso de no comprometerse... hasta que ordenen los que pueden.
Si esa alienación ocurre en las metrópolis, con mucha mayor razón se repite, y multiplicada en los países coloniales y semicoloniales, pues al alimento cultural importado se suma el deslumbramiento provocado por la visión de la metrópoli como centro, deslumbramiento que impide la contemplación y comprensión de lo cercano. El escritor se siente instalado en un dspreciable suburbio del mundo, mejor dicho desterrado, y desde su destierro mira a sus connacionales como inferiores. Ignorando que él, a su vez, es visto de igual manera desde las metrópolis, sólo ve en sus paisanos una expresión de la barbarie y siente la espalda agobiada por la pesada carga del hombre blanco, como un inglés en la India o un norteamericano en Panamá.
De esta actitud nace lo de "libros y alpargatas" y lo de "aluvión zoológico", por ejemplo, conceptos que la intelligentzia hizo suyos a pesar de su modesto origen en sujetos casi marginales de la misma.
Ya para 1930 había comenzado la crisis del mundo victoriano, aquell apax britannica cuya imagen intenta en vano prolongar la pax yanqui. Esta es ahora a lo sumo "guerra fría" o "coexistencia pacífica", alternativamente, en el juego de los equilibrios de poder entre las metrópolis. Pero dentro de ellas y en el mundo dependiente, ya están rotos todos los eqilibrios que daban aspetos de orden inmutable a la época que se extiende durante Victoria, Eduardo y Jorge.
En nuestro país, el aparato de la colonización pedagógica había sido, mas bien, un instrumento de canalización y encauzamiento. Las discordias entre los intelectuales eran de orden puramente estético-ideológico, pero no se vinculaban a las circunstancias nacionales, pues, cualquiera fuera la idea social o política por aquellos profesada, era siempre una transferencia del mundo de la civilización al mundo de la barbarie: nunca un pensamiento que partiese de una observación local de los problemas y de la búsqueda de soluciones nacionales por consecuencia. Caído el Partido Federal y exerminado en su secuencia histórica, hasta en el recuerdo, el triunfo de los liberales era definitivo y estaba asegurada la estabilidad de los modos mentales que se importaban, a punto tal que los propios adversarios del liberalismo y sus ideas en elt erreno filosófico y confesional, participaban en la construcción de la granja e igualmente las tendencias supuestamente revolucionarias, que no vinculaban las condiciones sociales del país a la estructura internacional dentro de la cual éste estaban colocado.
De 1930 en adelante, el aparato de la colonización pedagógica abandon aaquella actitud de encauzamiento y orientación de la época fácil. Seguirá haciendo creer -y esta mercadería se la venden ahora a lso jóvenes literatos- que las corrientes que siguen prevaleciendo son las mercadas por los signos de Boedo y Martín Fierro, por ejemplo. Pero esta ya sólo lo cree "el zonzaje" pues sería tanto como decir que el pensamiento y el arte del país dependen de la actitud que adopten los barbados y barbudos que frecuentan esta manzana lindera de mi casa circundada por las calles Maipú, Paraguay, Esmeralda y Marcelo T. de Alvear que para unos es la manzana podrida y para otros es la manzana fecunda.
Magnificar Boedo y Martín Fierro como corrientes literarias es un modo de ocultar que, desde entonces y por la aparición de escritores nacionales, se ha roto la unanimidad intelectual y que el aparato de la colonización, especialmente el periodístico, ya no se limitará a encauzar sino que será un instrumento de persecución para todo escritor nacional. Ahora es la guerra y el periodismo empleará su gran arma que es el silencio para los nacionales y el bombo para los coloniales.
Así empiezan a aparecer "los malditos" y el aparato no averigua si son de Boedo o de Martín Fierro. La maldición se aplica a Scalabrini Ortíz, a los Irazusta, a Ernesto Palacio, de Martín Fierro, como a Elías Castelnuevo de "Boedo", indistintamente.
Tampoco es cuestión de izquieda o dereha. Luis Franco, el mas tremebundo revolucionario de dos mundos, se alterna en las columnas de La Prensa con la extrema derecha. Pero eso sí, Luis Franco en lo concreto del país siempre tiene motivos para no estar con lo nacional. ¡Es tan izquierdista! Por eso también en la historia reivindica a los caudillos que no molestan a La Prensa, aunque esos caudillos hayan estado con Rosas. Pero Franco no estará jamás con Rosas, ni con Yrigoyen ni con Perón... con nadie que cierre las columnas de La Prensa.
Radiados los escritores nacionales del acceso periodístico al gran público, se produce el ascenso de los buscadores del éxito a cualquier precio. orges abandona sus temas iniciales -temas y posición política- que amenazaban darle contacto con el país real y se evade cada vez más hacia un universo alambicado en que el laberinto aprisiona y libera a la vez, sacrificando las posibilidades del creador a un mínimo resultado de joyería. Alguna vez he dicho que este escritor me da la imagen de un caballo que pudiendo ganar los clásicos dle hipódromo se dedica a lucirse en carreras cuadreras, que ha sacrificado al triunfo contemporáneo su pobilidad de perdurabilidad, en obsequio de lamáquina del prestigio. Eduardo Mallea, que idnaga también el mundo real al que pertenece, que no lo abandona totalmente, pero levanta par adisimularlo, brumas propias para una auténtica bahía del silencio. Y así llega a la dirección de la página literaria de La Nación que ya no puede dirigir Cancela, que está "maldito" y condenado al ostracismo.
He dicho Borges y he dicho Mallea por nombrar a quienes se fueron del campo nacional que empezaban a pisar, eligiendo el piso fácil. He dicho los más altos, con lo cual no necesito nombrar a los cóccaros menores de la intelligentzia plumífera.
Si a los rpecursores de los escritores nacionales hay que ubicarlos en 1930 y años inmediatos, los acontecimientos de 1943 ya nos permiten hablar de escritores nacionales como de una corriente compacta y definida. Es que una nueva Argentina empieza a construirse.
Esta nueva Argentina es, esencialmente, la obra de los humildes que por su situaciòn social han sido menos influidos por el aparato de la colonización pedagógica. Sólo que ahora, gran parte de los intelectuales comprende, por fin, que el camino es el que señalan los que no fueron colonizados mentalmente.
Al día siguiente de la revolución de 1955 comienza una inquisitorial cacería del inteletual anticolonialesta. No me refiero a la persecución política o social y que, en cierto modo, puede explciarse desde que fue general e hija del calor de las pasiones en juego. En este caso, la esmerada bùsqueda e identificaicon del peronista trasciende de la persecución policial dirigida al partido y al gremialista, pues los que la dirigen son los que a sí mismos se llaman "intelectuales libres", agrupados en la SADE, en la línea Mayo-Caseros, constituidas con diversos pretextos literarios.
Ellos se encargan de señalar con el dedo el aparato de la colonizacion pedagógica, quiénes deben ser aniquilados. Se confeccionan listas de escritores a los que se injuria y que deben ser proscriptos de la letra de imprenta (Los esclavos del aparato saben bien lo que esto puede hacer en materia persecutoria). Su ensañamiento revela, además de su obsecuencia, el sordo encono de los que no han podido ser ellos mismos triunfadores, pero tienen en el alma la ictericia de someterse. Andan gritos y estruendosos como quien por buscar el triunfo, renunció a ser hombre y ahora es alcahuete.
Ellos construyeron las listas de malditos.
Pero ya el poder del aparato de la colonizacion pedagógia está quebrantado, lo que explica el resurgimiento de los "Muertos que vos matasteis".
Es que estamos en presencia del boom del libro argentino, lo que no significa el boom de todos los libros, porque sólo se manifiesta en el libro nacional. La lieratura cipaya no experimenta el fenomeno. Es que el fenómeno no es literario, es político. Es el producto de la maduración de la conciencia argentina que, liberada del aparato de la colonización pedagógica, se busca por sus propios caminos y se reconoce, sin necesidad de los mentores que antes le desviaban la ruta.
Por eso no tan malditos, los malditos, cuando comienza a beneficiarse de la maldición que los ha signado precisamente según el país que hoy quiere que sean sus escritores"

Y hablando de "malditos" es una larga lista donde están:
RAÚL SCALABRINI ORTÍZ, MANUEL UGARTE, ENRIQUE S. DISCÉPOLO, HOMERO MANZI y tantos otros