miércoles, 10 de junio de 2009

EL PRESIDENTE DUERME.


“Dentro de pocas horas usted tendrá la satisfacción de haberme asesinado. Debo a mi Patria la declaración fidedigna de los acontecimientos. Declaro que un grupo de marinos y de militares, movidos por ustedes mismos, son los únicos responsables de lo acaecido. Para liquidar opositores, les pareció digno inducirnos al levantamiento y sacrificarnos luego fríamente. Nos faltó astucia o perversidad para adivinar la treta. Así se explica que nos esperaran en los cuarteles, apuntándonos con las ametralladoras, que avanzaran los tanques de ustedes aun antes de estallar el movimiento, que capitanearan tropas de represión algunos oficiales comprometidos en nuestra revolución.

Con fusilarme a mí bastaba. Pero no, han querido ustedes escarmentar al pueblo, cobrarse la impopularidad confesada por el mismo Rojas, vengarse de los sabotajes, cubrir el fracaso de las investigaciones, desvirtuadas al día siguiente en solicitadas de los diarios y desahogar una vez más su odio al pueblo. De aquí esta inconcebible y monstruosa ola de asesinatos.

Entre mi suerte y la de ustedes me quedo con la mía. Mi esposa y mi hija, a través de sus lágrimas verán en mí un idealista sacrificado por la causa del pueblo. Las mujeres de ustedes, hasta ellas, verán asomárseles por los ojos sus almas de asesinos. Y si les sonríen y los besan será para disimular el terror que les causan. Aunque vivan cien años sus victimas les seguirán a cualquier rincón del mundo donde pretendan esconderse. Vivirán ustedes, sus mujeres y sus hijos, bajo el terror constante de ser asesinados. Porque ningún derecho, ni natural ni divino, justificará jamás tantas ejecuciones.

La palabra 'monstruos' brota incontenida de cada argentino a cada paso que da. Conservo toda mi serenidad ante la muerte. Nuestro fracaso material es un gran triunfo moral. Nuestro levantamiento es una expresión más de la indignación incontenible de la inmensa mayoría del pueblo argentino esclavizado.

Dirán de nuestro movimiento que era totalitario o comunista y que programábamos matanzas en masa. Mienten. Nuestra proclama radial comenzó por exigir respeto a las Instituciones y templos y personas. En las guarniciones tomadas no sacrificamos un solo hombre de ustedes. Y hubiéramos procedido con todo rigor contra quien atentara contra la vida de Rojas, de Bengoa, de quien fuera. Porque no tenemos alma de verdugos. Sólo buscábamos la justicia y la libertad del 95% de los argentinos, amordazados, sin prensa, sin partido político, sin garantías constitucionales, sin derecho obrero, sin nada. No defendemos la causa de ningún hombre ni de ningún partido.

Es asombroso que ustedes, los más beneficiados por el régimen depuesto, y sus más fervorosos aduladores, hagan gala ahora de una crueldad como no hay memoria. Nosotros defendemos al pueblo, al que ustedes le están imponiendo el libertinaje de una minoría oligárquica, en pugna con la verdadera libertad de la mayoría, y un liberalismo rancio y laico en contra de las tradiciones de nuestro país. Todo el mundo sabe que la crueldad en los castigos la dicta el odio, sólo el odio de clases o el miedo. Como tienen ustedes los días contados, para librarse del propio terror, siembran terror. Pero inútilmente. Por este método sólo han logrado hacerse aborrecer aquí y en el extranjero. Pero no taparán con mentiras la dramática realidad argentina por más que tengan toda la prensa del país alineada al servicio de ustedes. Como cristiano me presento ante Dios que murió ajusticiado, perdonando a mis asesinos, y como argentino, derramo mi sangre por la causa del pueblo humilde, por la justicia y la libertad de todos no sólo de minorías privilegiadas. Espero que el pueblo conocerá un día esta carta y la proclama revolucionaria en las que quedan nuestros ideales en forma intergiversable. Así nadie podrá ser embaucado por el cúmulo de mentiras contradictorias y ridículas con que el gobierno trata de cohonestar esta ola de matanzas y lavarse las manos sucias de sangre. Ruego a Dios que mi sangre sirva para unir a los argentinos Viva la patria”.



Carta del Gral. Juan José Valle a Pedro Eugenio Aramburu

12 de junio de 1956

9 DE JUNIO DE 1956. LA CAUSA DEL PUEBLO Y DE LA PATRIA.



En el verano de 1957, la colonia de exiliados argentinos en Río de Janeiro está conmovida por un artículo publicado en el diario brasileño O Mundo, donde aparece confirmada la posición de Perón respecto del levantamiento del 9 de junio de 1956.

Uno de los exiliados, Juan Carlos Irigoyen, ex secretario privado de Valle, escribe al ex presidente, ahora refugiado en Caracas, Venezuela, una carta en defensa de los propósitos de la fracasada revolución y de sus protagonistas.

La misiva es del 15 de marzo y Perón se apresura o contestarla. Con fecha 26 de marzo, expresa que "el general Valle siempre fue un soldado leal al Gobierno constitucional y un buen amigo mío" y califica a los participantes como "valientes argentinos que han expuesto sus vidas por la libertad de la patria", pero defiende la posición del Comando Nacional Peronista encabezado por Raúl Lagomarsino y César Marcos, de oposición a una táctica que califica de golpista. Argumenta, además, que en la proclama preparada al efecto no había alusiones explícitas al Peronismo y añade que cuando se enteró "de lo que se proyectaba, mis primeras palabras fueron van a fracasar". Asegura haber previsto "muy malas consecuencias" y lamenta que por las circunstancias y el tiempo que mediaban, yo no podía hacer nada para detener la revuelta".

Alberte sabe de la carta de Irigoyen, pero no espera o no quiere esperar la respuesta de Perón a su compañero. Está demasiado enojado e impaciente para eso. La contestación del General, quien por cierto ya no es tal para los registros del Ejército Argentino, donde figura expulsado por inmoral, se cruza con la larga requisitoria que le envía su antiguo edecán. Tampoco tardará, en este caso, la réplica desde Caracas firmada por Pecinco, seudónimo frecuentemente usado por Perón.

En la requisitoria del Mayor, se alude al contenido de una directiva emitida el año anterior por un Comando Peronista Número 1 de Caracas, cuyo responsable es el dirigente Rodolfo Martínez. La directiva esta basada en el principio al enemigo, ni justicia. Un párrafo por demás elocuente pretende ordenar a la Resistencia el rapto de niños hijos de antiperonistas. El enojo de Bernardo se explica mejor si se tiene en cuenta su reacción al conocer la mencionada directiva, la cual, en honor a la verdad, cuenta con un aval del General y de Pablo Vicente, quien cohabita con el líder en su exilio caraqueño. Acaso Alberte ignore que en Buenos Aires, el R. P. Dr. Hernán Benítez, el confesor de Evita, está más que enojado indignado.
Carta de Alberte al General Raúl Tanco
Río de Janeiro. 14-XI-56.

Sr. General de División
Dn. Raúl Tanco
Venezuela

De mi consideración:

Habiendo tomado conocimiento del contenido de una directiva del Comando Peronista N° 1 y que su autor responsable es el Sr. Rodolfo Martínez radicado en esa, ruego a Ud. quiera tener a bien representarme, junto con el sr. coronel D. Fernando González a fín de:

* plantear la correspondiente cuestión caballeresca por considerarme ofendido por los conceptos vertidos en la mencionada directiva, en especial en su párrafo vigésimo primero.
* exigir la más amplia reparación, incluso por medio de las armas. En caso de llegarse a esta situación exijo que el duelo sea a sable.

La presente tiene el carácter de carta-poder a los efectos manifestados precedentemente.
Bernardo Alberte
Mayor (R.E.)
Avda. Copacabana 1344 - Ap. 303
Copacabana - Distrito Federal - Brasil
Carta de Alberte a Perón
Río de Janeiro, 25 de mano de 1957.

Al Señor General
Juan Domingo Perón
Caracas - Venezuela

De mi más distinguida consideración:

Tengo el honor de dirigirme a Ud. y de manifestarle que estaba dispuesto a no escribirle, puesto que no quería apartarme de vuestra norma "mejor que decir es hacer", y porque yo no soy hombre de palabras o discursos: además de gustarme la acción me reconozco con una manifiesta incapacidad para aquello.

Pero ya cuando los hechos y los acontecimientos no están bajo el propio control, sino de otras personas a quienes separa la distancia que acostumbra a menudo a deformarlos, pues ellos se presentan cargados de la subjetividad del relator, cuando no de la pasión y del interés personal, se hace necesario el discurso.

No pretendo con el distraerlo de su tiempo, que tanto necesitamos esté libre de perturbaciones, ni tampoco molestarlo con lo que diga. Sólo hacerle llegar mi opinión, sobre ciertos aspectos del movimiento que pretende recuperar el país, para el pueblo todo de la Patria y reconquistarlo de las manos asesinas que lo desgobierna y lo sume en la desesperación, en la vergüenza, en la esclavitud y en la injusticia.

1. PERONISTAS Y COLABORADORES

Aquí existe un grupo de asilados argentinos, todos ellos muy peronistas, luchando cada uno como puede y como sabe. El único problema es que algunos se sienten demasiado peronistas, al punto de interpretar que ellos, y sólo ellos, con Ud., por supuesto, son los únicos que dan fisonomía al peronismo. Basta divergir con ellos para adquirir el titulo de "antiperonistas", puesto que en efecto, ellos son el peronismo.

No comprenden que los hombres no son nada, y menos en este movimiento que ya liberó al país de la ignominia y del Imperialismo y que despertó a su pueblo del largo letargo en que lo había sumido la oligarquía para mejor satisfacer sus planes de entrega, de colonialismo y de satisfacción de sus exclusivas necesidades y apetitos. Y que tanto lo recuperó, que resultarán vanos los esfuerzos de los traidores que pretenden sumirlo nuevamente en el estado primitivo en que lo encontró el Justicialismo.

De ese movimiento que está sustentado por tan grandiosas obras que, todo él, y hasta alguna de ellas aisladamente ha sobrepasado la estatura de sus artífices. Incluso la suya, mi General, para su gloria.

Y ellos creen que para servirlo mejor a Ud. no deben hacer otra cosa que mantener permanentemente la mirada en Perón, sin reparar que su luz los deslumbra y los enceguece y, hasta, la generalidad de las veces "pensar con la cabeza de Perón". Ellos viven preocupados en averiguar cuál es su opinión con respecto a algún asunto, y cuando lo descubren, felices, se dedican a servir ese pensamiento con todas sus energías. Y así lo hacen, no porque sean especuladores u obsecuentes, sino porque creen sinceramente servir mejor, ya que al considerarlo a Ud. infalible, ellos al proceder así se sienten seguros de no fallar. Si alguna vez divergen en algo, con el pretexto de la disciplina, proceden en contra de las ideas propias. Y lo hacen con tanta naturalidad, que creen posible y fácil "disciplinar" el pensamiento de todos y obligar a todos a regir su conducta, a alguna idea que, algunas veces, hasta se duda de su origen.

Y con este concepto hasta se nos aparecen "peronistas extranjeros*, como si a ellos les preocuparan, o tan sólo les interesaran, los problemas del pueblo argentino.

Por eso considero que el concepto "peronista" ha sido desvirtuado o no ha evolucionado al par de su doctrina y de su obra. Se olvidan que Ud. dijo un día que "iba a ser el Presidente de todos los argentinos", y no ya tan sólo el jefe de un partido político. A este término ya lo considero anacrónico y hasta perjudicial porque se lo ha utilizado y se lo sigue utilizando para crear una división, a veces malintencionada y otras especuladora, de los argentinos.

Ese es el motivo por el cual, así como algunas personas abogan por un "peronismo con Perón" yo, sin discutir este concepto que no admite discusión (como el caso del "guiso de liebre") abogo por un "peronismo sin peronistas".

Su doctrina, mi General, ha sobrepasado los límites de un partido o de un sector y así corno pretendemos que esa doctrina dicte normas para una más feliz convivencia entre todos los pueblos del mundo, no podemos finalizar con que ella no deba o no pueda dictarlas para una feliz convivencia de todos los argentinos.

Le aclaro que no soy partidario de la paz cuando la guerra es el medio inevitable para conquistar el objetivo, que luego de un concienzudo análisis se haya determinado orientador de la acción. Y que menos dejo de ser partidario de la guerra sin cuartel, a muerte, cuando el enemigo así lo impone o se lo merece.

De lo que no soy partidario, es de ciertos procedimientos para realizar esa guerra. Y ante la posibilidad de que alguien me salga al cruce, intentando recordarme aquél conocido principio de la conducción "los fines justifican los medios", le respondo que él también tuvo sus restricciones y que las "leyes y usos de la guerra" lo limitaron a un campo bastante bien circunscripto de la ética y de la moral.

Quizás ellos no conozcan aquella anécdota, que yo bien conozco y que mucho me impresionó: cuando alguien a Ud. le propuso que hiciera rehenes a las familias de los marinos que amenazaban bombardear Buenos Aires y destruir la Destilería de Eva Perón, el 19-IX-55, para tomar con ellos represalias si así lo hacían, Ud. les contestó: "eso no lo hago yo; yo la guerra la hago con los procedimientos éticos a que estoy acostumbrado".

Por eso me alarmó, mi General, cuando alguien (a quien no ataco personalmente), respaldándose en la autoridad que Ud. le dio al nombrarlo jefe de un comando regional, lanzó en directiva escrita la sorprendente orden de "raptar niños, y cuanto más pequeños mejor’’. Y el inconsciente lo hizo precisamente invocando una doctrina que hizo célebre el concepto de que "en Argentina los únicos privilegiados son los niños". Escalofriante símil de "Doctrina Monroe" para los niños de nuestra Patria.

Pero más me alarma, mi General, que Ud. no los desautorice ni los sancione y tan sólo se limite o manifestar que esos son conceptos que no son suyos y que la responsabilidad corre por cuenta de quienes así se pronunciaron. Por supuesto que ellos son responsables; pero la mayor responsabilidad le cabe a Ud., por cuanto Ud. es quién orienta y dirige un movimiento inspirado en elevados fines y, además, debe cuidar que esos fines no se desvirtúen por la acción de quienes deben llevarlos a la práctica, o acaso, ¿no es un fin del Justicialismo hacer "únicos privilegiados" a los niños de Argentina?

Este es sólo un ejemplo, en el que he utilizado a estos actores solamente para poner de manifiesto una falla que siempre tuvo el peronismo: colaboradores y funcionarios desprovistos de razonamiento y de conciencia propios, y tanto, que ha fundamentado bastante bien la crítica de nuestros opositores de que el peronismo estaba plagado de "obsecuentes y chupamedias" (perdóneme la licencia, pero he querido mencionar la crítica literalmente). ¡Desconfíe, mi General, de los que todo asienten y en todo están de acuerdo con Ud.! No serán obsecuentes, condición degradante en el hombre, pero se hacen sospechosos de inservibles, de faltos de carácter o de juicio independiente.

Creo que esta carta será leída por muchos de sus colaboradores que le secundan. También sé que ellos a veces han discutido con Ud. Si el temor de caer envueltos en este ataque, por causas que sólo son atribuibles a la condición humana, los hace más prevenidos y atentos y un poco más "discutidores" habré cumplido con lo que me propuse al escribirle así.

2. ATAQUE A MILITARES

Hay otro concepto que en parte salió de Ud., que sigue siendo utilizado y pregonado para satisfacerlo exclusivamente a Ud., en la creencia que pregonar todo lo que Ud. dice es hacer "Peronismo" y sin pensar que pudo haber estado errado cuando lo emitió o que pudo haber cambiado de opinión en el presente.

Se ataca y con bastante insistencia a los militares, sin discriminación de ninguna clase, manifestando que "tocos son ambiciosos y sectarios y no persiguen otra cosa que el poder, el lucro y la ostentación" o que son antiperonistas, como los que intervinieron en el movimiento revolucionario del 9-VI-56.

Se olvidan los que así lo hacen, que fueron militares los que sofocaron los movimientos subversivos que ocurrieron durante su gobierno; que fueron militares los que atacaron a la marina rebelde del 16-VI-55 y tomaron el Ministerio de Marina; que fueron militares los que defendieron la Casa de Gobierno ese día y se aguantaron el bombardeo artero y criminal de la aviación naval; que militares eran los constituían la masa del Ejército que le permaneció leal hasta el último día de su gobierno, pese a las defecciones y traiciones conocidas, de las que no se escaparon de cometerlas también civiles; que ese Ejército que le era leal, con la cooperación del pueblo, con la que siempre se sintió estimulado, pudo haber vencido a los rebeldes si se hubiera dispuesto enfrentar la guerra civil y sufrir los bombardeos y destrucciones que estaba dispuesta a realizar la Marina. Guerra civil y destrucciones o algo similar que ahora, muy probablemente tengamos que aceptar como única solución para librar a la Patria de los sátrapas que la quieren gobernar.

Ellos no saben lo que Ud. no olvidará, que fueron militares los que le propusieron continuar la lucha a costa de todo eso, cuando estaba por disponerse la "capitulación".
Se olvidan que fueran militares, junto a civiles, los que continuaron después de la derrota esa lucha sorda que llevó al gobierno de los criminales a la desesperación que ahora los perturba y los aterra. Que fueron militares, también, los que murieron frente a pelotones de fusilamiento vivando a Dios, a Perón y a la Patria.
Que son militares junto a civiles, quienes llenan las cárceles de la Patria y que en ella se mantiene la misma fe y la misma intransigencia que los impulsó a esta lucha, ajenos a la injusticia que ahora intenta cometerse, quién sabe respondiendo a qué designio inconfesable.
Que fueron civiles de probada e insospechada fe peronista los que secundaron a aquellos héroes-mártires del 9-VI y que, como muchos de estos, ellos también murieron gloriosamente o fueron a parar a la cárcel, ante el fracaso provocado en gran medida, por las traiciones y defecciones de quienes no tuvieron el coraje de jugarse la vida y que ahora intentan justificarse con la infamia y la calumnia.

¿Qué otro objetivo que no sea satisfacer a quien dice ser su amigo puede perseguir ese "peronista extranjero" que invoca como única prueba de su ataque contra los militares del 9-VI, una carta que dice haber recibido de Ud. en la que un mes antes Ud. manifiesta que ese movimiento no era peronista? Esa es su única prueba. A Ud. lo considera infalible y no considera necesario investigar la verdad antes de lanzar el infundió que a esta altura de los acontecimientos ya se transforma en calumnia y perjudica la causa del pueblo de la Patria, por injusta y desconcertante.

Él no piensa, que muy probablemente Argentina necesita de Pueblo y Ejército unidos para librarse del flagelo que la azota o que, en caso de que tal cosa no fuera necesaria, que Perón para gobernar, cuando regrese necesita de fuerzas armadas leales a la causa del pueblo. Posiblemente crea que la solución será borrar de un plumazo esas instituciones, armar milicias y que la Argentina dé al mundo el espectáculo de esas republiquetas que a la postre caen bajo las garras de cualquier imperialismo.

Pese a ese ataque, no trepidan en manifestarse amigos de los militares que circunstancialmente están a vuestro lado, olvidando que ellos también son militares y que, además intervinieron en el movimiento del 9-VI.

¡Cuidado con esos "peronistas", mi General! Son respetables como personas y, en especial, como amigos vuestros y así los respeto yo. Pero como "peronistas" los desconozco. No le serán traidores a Ud.; por el contrario han dado ya acabadas muestras de su lealtad y las seguirán dando. Pero, no son "peronistas"; han personalizado tanto el concepto que sólo piensan en lo que Ud. hace, piensa, escribe, cuando se levanta o se acuesta, qué come, dónde vive y cómo vive; pero no piensan ni les interesa todo eso del pueblo de Perón (sus descamisados).

¿Cree Ud. por ventura, que cuando Ud. desaparezca, ellos demostrarán el mismo entusiasmo por el "peronismo" o se enrolarán en la causa del pueblo argentino?

Por eso, ellos no son "peronistas", salvo que crean que ser amigos de Perón es suficiente para merecer ese título, que sólo corresponde a los que sienten, viven y luchan por la causa de ese pueblo. Tan acertado como ellos estaría yo. si por considerarme amigo de algunos brasileños me creyera con derecho a sentirme también brasileño

3. GENTE NUEVA

Todos estos "peronistas", nacionales y extranjeros, han dado, sí, una fisonomía al peronismo, pero que conviene liquidar.

Por eso, creo, mi General, que Ud. debe recurrir a gente nueva, no "quemada" pues no sé qué diría el pueblo si viera o se enterara que junto a Ud. están aún aquellos que ni siquiera estuvieron para empuñar un arma cuando había que pelear (pese a que habían prometido mil veces dar la vida por Perón) o a aquellos a quienes repudió por su inoperancia o por su falla de idoneidad.

4. LA REVOLUCIÓN DEL 16-IX-55. SUS CAUSAS O PRETEXTOS

La revolución del 16-IX tuvo sus causas: injustificadas o no; no entro a analizar este aspecto del problema. Ud. mismo lo reconoció, cuando a un grupo de sus colaboradores que quedábamos con Ud. en aquella triste noche del 19-IX nos expresó: "Yo debo irme; no quiero para mi Patria ni la guerra civil ni la destrucción, y estos bárbaros van a destruir lo que tanto sacrificio y trabajo me costó para levantar. Yo he sido durante 10 anos la solución para el país; ahora ya no lo soy más. Hay mucho odio en el pueblo. Alguien vendrá que solucionará el problema" El poco tiempo transcurrido demostró que Ud. no tenía razón. Ni vino alguien que solucionara el problema, ni Ud. dejó de ser la solución para el país. Así lo considero, pero, considero también que hay que corregir los factores que dieron lugar a aquella desgraciada revolución.

Repito que serán o no justificadas las causas, pero me mantengo en que fueron causas, o por lo menos pretextos para llevar a una parte importante del pueblo a luchar contra nosotros. Quién tendrá la razón, la historia lo dirá, pero si vuelve al gobierno del país como todo lo hace prever, repare en esas causas y elimínelas.

No crea que el aniquilamiento físico de la oposición será posible.
Por otra parte, no lo creo a Ud. capaz de hacer lo que hicieron los asesinos que ahora detentan el poder, y a pesar de ello observe Ud. los resultados.

Por eso considero que es hora de encarar y de hablar de aquellos problemas. No basta con criticar la obra funesta de la camarilla, ella habla por sí sota. Debemos planear también la acción para solucionar aquellos problemas que la oposición tan bien empleó para combatirnos.

Uno de ellos, el más antiguo, y contra el que debió luchar desde los primeros días de su gobierno, fue el de los funcionarios que se enriquecieron, pese al ejemplo de austeridad que Ud. siempre les dio. No tome partido por ellos, no se deje gobernar por su corazón y deje que sea el pueblo quien decida su suerte. No los imponga favoreciéndolos con su amistad. Habrán sido muy leales, pero pienso si esa lealtad no tenía el precio de aquel enriquecimiento.
Toda regla tiene su excepción, pero ella podrá concretarse luego del análisis y no al impulso de los sentimientos, siempre propensos al perdón.

¡Cambie los hombres, mi General!

Brasil nos dio un ejemplo reciente. Vargas volvió pero rodeado de la misma gente. Y volvió a caer.

Otro asunto conmovió al país. El asunto religioso. Fue explotado en nuestra contra e influyó poderosamente en el estallido de la revolución del 16-1X.

¿No cree Ud que seguirá influyendo para evitar que Ud. regrese al país? Yo creo que sí. Por eso considero debe encararse de frente el asunto y poner en práctica la solución que su corazón de católico le dicta. Por lo pronto, no se muestre ateo, porque no lo es. Yo podría hacerlo, Ud. No.
¿Acaso no recordará la Iglesia todos los beneficios que Ud. Le otorgó antes de que se planteara el conflicto?
Mi incapacidad me impide hablar de la solución, Ud. ya la tenía pensada cuando ya no había tiempo de corregir errores que fueron más de procedimientos que de objetivos, y que no fue producido por causas que tenían que ver ni con la religión, ni con la fe ni con la Iglesia.

Reconstruya aquellos días, piense en quienes lo aconsejaron, más aún en quienes lo impulsaron, repare en las consecuencias y en los resultados.

Creo haberlo distraído bastante y muy probablemente molestado un poco. Pero tenía necesidad de desahogarme así. Sé que tengo muy pocos derechos para esto, pues no considero suficiente aún, haberme jugado por el "peronismo" durante 12 años; haber entrado en las cárceles ya un día antes de que a Ud. también lo encarcelaran, en 1945, por la misma causa; haber luchado siempre por esos principios a costa de bastantes dolores de cabeza; haber sido su edecán y haberlo acompañado hasta el último minuto de su gobierno; haber estado luego preso en cuanta cárcel flotante y de tierra firme crearon los asesinos; continuar teniendo fe en Ud.

Por ello le pido mil disculpas.

Se también que me echaré encima a muchos "peronistas" influyentes, pero ellos no me preocupan, aunque soy consciente de las consecuencias.

Pero, por sobre todas las cosas, creo haber cumplido con mi deber y con eso me basta.

Le abraza
Bernardo Alberte
Carta de "Pecinco” a Alberte
4 de abril de 1957.

Al Señor Mayor D. Bernardo Alberte
Río de Janeiro

Mi querido amigo:

Contesto su larga carta del 23 de marzo pasado y tengo el agrado de decirle que veo en ella una cierta ofuscación muy natural por las cosas que allí ocurren entre ustedes. Toda la rivalidad tiene su origen en las "Directivas" que llegaron allí como emitidas por el Comando de Exilados de Caracas y firmadas por el "Comando Peronista N°l". El autor de estas directivas fue el Señor Rodolfo Martínez que en ese entonces era su jefe. Esas directivas fueron desautorizadas por mí y prohibí su difusión y remisión y han sido, entre otros razones, la causa por la que el mencionado compañero Martínez haya sido separado de su cargo y exonerado de toda función en nuestras organizaciones.

También remití en esa oportunidad una larga carta el Comando de Exilados en Río de Janeiro, en la que ponía las cosas en su lugar y que, según entiendo, les fue leída a lodos.

Cuando me he referido a militares que han traicionado al pueblo he hecho siempre la salvedad que, afortunadamente, muy pocos fueron los del Ejército que cometieron semejante felonía. Y, como usted cree que yo inicié el asunto, le transcribo lo que decía en mi libro "La Fuerza es el Derecho de las Bestias" ya en 1955: INTRODUCCIÓN - PALABRAS PREVIAS (primera y segunda página del texto): "El tremendo mal que estos hechos arrojan sobre el concepto y buen nombre de las fuerzas armadas de la República, no tiene remedio. Sin embargo, no todos los jefes y oficiales tienen la culpa. Por fortuna el Ejército ha permanecido fiel al deber, salvo casos excepcionales" y agrega en un segundo párrafo aclaratorio: "Cuando me refiero a los jefes y oficiales lo hago sobre los que faltaron a la fe jurada a la Nación y en manera alguna a la Institución que no tiene nada que ver con ellos. Es peor en cambio la reacción institucional en defensa de los prestigios comprometidos por los ambiciosos que la usaron en su provecho y beneficio personal".
Usted comprende que pensando así no puedo ser yo de los que tratan en la actualidad de arrojar indiscriminadamente el baldón de traidores a todos los que visten de uniforme militar.

Cuando se esta en una situación como la mía, lo más difícil es mantener la ecuanimidad en el juicio de los hombres y de las cosas.
Sin embargo yo, en beneficio de esa ecuanimidad no debo hacer diferencias entre militares y civiles sino entre amigos y enemigos.
A ello me limito, por las dudas. Me habrá sentido muchas veces decir en la Casa de Gobierno que el que se encuentra en mi situación se mueve entre dos legiones de hombres despreciables, una de enemigos innobles y otra de adulones y alcahuetes Ambos tratan de desviarlo a uno del objetivo. La sabiduría consiste en pasar sonriente entre las dos y dirigirse imperturbablemente hacia el objetivo deseado. Es lo que trato de hacer aunque no siempre he sido comprendido por mis mismos amigos. Esta campaña de divisionismo entre los peronistas de civil o de uniforme puede achacarse a muchas causas pero no a mí que he tratado de pasar sobre ella sin que se me pegara nada de sus insidias y ligerezas.

Lo que dice Don Gerardo en su articulo, que yo le escribí en mayo una carta que le decía que el movimiento anunciado no era peronista, es cierto. Y esa carta contenía realmente mi idea en ese momento porque, se me hablaba de un movimiento peronista y yo no tenía la menor noticia que existiera porque los hombres que lo preparaban no habían tomado contacto ni siquiera con los fuerzas peronistas que existían organizadas en el Gran Buenos Aires o, por lo menos, yo no sabía que lo hubieran hecho. ¿Cómo podía pensar que se preparaba un movimiento peronista del que yo no sabía una palabra?, menos aún si se anunciaba entonces que Bengoa y Uranga andaban en esa empresa. Yo tuve conocimiento del movimiento en los primeros días de junio cuando el señor Morales de los Comandos Peronistas de la Capital, llegó a Panamá y me comunicó que el General Valle había hablado con ellos pero que se trataba de un movimiento exclusivamente militar en el que Perón no tenía nada que ver por lo menos hasta que el Pueblo no lo decidiera de otra manera. Piense que si yo en mayo podría haberle dicho a Don Gerardo una cosa contraria a lo que le dije y si eso se hubiera producido un mes después podría haberle dicho la verdad de distinto modo.

Naturalmente cuando las primeras manifestaciones divisionistas se produjeron, como consecuencia del fracaso, yo intervine para evitar ese divisionismo, pero así y todo no me fue fácil hacer que las fricciones cesaran y los electos llegaron a perjudicar la cohesión que entre nosotros debe existir.

Aquí me ha ocurrido lo mismo: lo más difícil ha sido mantener mi prescindencia en el divisionismo de ese tipo. Cuando llegó el General Tanco y algunos militares que lo acompañaban, comenzó por declarar que ellos eran militares y que no querían de manera alguna que se los mezclara en política. Naturalmente que yo traté por todos los medios de respetar su decisión y como venían sin medios gestioné los fondos necesarios, que se le entregaron hasta tanto pudieran conseguir trabajo y defenderse, para lo cual también gestioné ante las autoridades venezolanas puestos, etc. Su conducta ha sido luego correspondiente a su declaración que yo respeto pero, no han podido evitar, naturalmente, un cierto distanciamiento con el Comando de Exilados, de aquí. En cambio el Mayor Vicente que vive y trabaja conmigo, aunque no ha podido escapar a algunas molestias similares, se mantiene unido en la lucha que sostenemos.

En los momentos actuales lo que se necesita son hombres que luchen por nuestra causa y en ello sí hay que proceder indiscriminadamente porque lo que se necesita es que luchen de cualquier manera, hasta la decisión es un proceso cuantitativo. Si llega el caso de que el Peronismo tome de nuevo la responsabilidad del Gobierno, el que lo presida tendrá la responsabilidad también de la selección porque ese es un proceso cualitativo. De modo que mi tarea en esta lucha se reduce mas a evitar que las pequeñas cosas dividan a los hombres que se encuentran empeñados que a realizar una selección inútil e inoperante como no sea restar elementos al esfuerzo. Todo lo demás que se piense es estar vendiendo la liebre antes de cazarla.

Sobre la forma y manera en que ha de decidirse el actual pleito es sólo cuestión del pleito que se está dilucidando en la Patria, ni podremos imponer nuestros deseos, ni estos serían quizá los mas apropiados debido a las circunstancias que se conjugan allí. Será lo que el destino quiera y no lo que queramos nosotros. Lo único que no podemos dejar de hacer es luchar porque lo contrarío es entregarse a las fuerzas obscuras que hoy dominan a la Nación y esclavizan al Pueblo. Llegará la época de autocrítica y de las medidas consecuentes pero, si ahora dejamos la lucha o luchamos entre nosotros por pequeñeces o amor propio, estamos destruyendo toda posibilidad de arreglar lo de ahora por proyectar lo que arreglaremos después. La grandeza de este momento reside en la lucha y no en los proyectos de depuración que quien sabe aún si tenemos ocasión de realizarlos.

Lo del "peronismo sin Perón" he dicho muchas veces que soy el primero en propugnarlo. Ya en 1946, al hacerme cargo del Gobierno manifesté claramente que creía que el proceso natural era comenzar por un Movimiento gregario para transformarlo doctrinariamente en institucional para consolidarlo, ya que lo único que vence al tiempo es la organización, ya que el hombre aún no ha conseguido vencerlo. Durante diez anos hemos luchado por adoctrinar al Pueblo con ese fin pero, no ha sido posible realizar la transformación humana frente al fenómeno del caudillismo arraigado profundamente por la historia nativa. En esas circunstancias llega la revolución "libertadora" y los hechos me convencen que ahora es más difícil que nunca. ¿Cree usted que en este momento es posible hacerlo? Imagínese que si yo me mantengo en la lucha y paso todas las amarguras que paso, no lo hago por espíritu deportivo, sino porque lo creo una obligación moral irrenunciable, Desde que salí de Buenos Aires no he recibido sino promesas de soluciones personales para mi, si renuncio a esa lucha y abandono el Movimiento. ¿Usted imagina lo que representaría hoy para los gorilas que yo anunciase que me retiro de la lucha? Y que acepto sus propuestas y abandono el Movimiento en manos de cualquiera. ¿Ha pensado quién es ese en cuyas manos puedo yo dejar el Movimiento? ¿Imagina que la masa lo aceptará? Si usted me dice de uno que la masa lo acepte y produzca el efecto de aglutinación que yo encarno, yo seré el más agradecido porque entonces usted me habría dado la clave para disfrutar del descanso que creo haberme ganado.

Es muy fácil decir "peronismo sin Perón" pero desgraciadamente es muy difícil realizarlo, para mal de mis penas. Yo estoy viejo y cansado Nada sería pana mí más agradable que poder entregar esto a un joven con nuevas fuerzas que me proyectara en el tiempo pero desgraciadamente eso no depende de mí sino de una inmensa masa a la que no es posible hacerle hacer lo que uno quiere.

Es indudable que también influye en el ánimo de ustedes los deseos de un procedimiento que nosotros hemos querido evitar: el golpe militar. Las directivas que se impartieron eran contrarias a todo golpismo porque ello aparte del peligro que representa, al justificar las medidas graves de la tiranía cuyo ejemplo del 9 de junio debe aleccionamos, no es una solución sino política y circunstancial de la que el Pueblo está generalmente ausente. Usted habrá leído las directivas al respecto. Se trata de alcanzar una solución que tenga la trascendencia que imponen las necesidades de alcanzar objetivos de consolidación y no de efectos circunstanciales y nada habrá definitivo que no sea la palabra y la acción del Pueblo.

Estoy bien informado al respecto y tampoco las soluciones que vengan por combinaciones políticas satisfarán los verdaderos designios que el Peronismo persigue porque cualquier cosa que se haga en ese campo será aceptar una burla a la opinión pública al respaldar el fraude para entrar en combinaciones a espaldas y en perjuicio del Pueblo. La posición intransigente es la única posible y la única conveniente en el actual pleito político que no busca llegar a soluciones más o menos ingeniosas a base de subterfugios políticos, sino a alcanzar soluciones definitivas que apoyadas en el quehacer histórico tengan proyecciones históricas que son las dominantes y son las permanentes. Encarar el actual momento político argentino dentro de las formas clásicas de la política criolla es cometer un grave error que ha de traer terribles consecuencias futuras a la Nación.

Ni golpismo ni componendas políticas. El Pueblo debe defender por sí sus derechos y ganar su libertad, a no había demostrado que merece la esclavitud. Yo les he dado una doctrina, una mística, una organización y les he enseñado el camino mediante diez años de felicidad y grandeza, en el marco de lo posible, ellos deben ahora hacer el resto. Si no fueran capaces o no quisieran, no serían dignos de ello y pagarían un caro precio a su cobardía. Yo no puedo aconsejarles otra cosa ni hacer otra cosa porque sería engañarlos, de acuerdo a lo que yo creo y aprecio. No entro en la pequeñez de las formas y deformaciones lógicas en toda acción multitudinaria pero sí, en el fondo de un asunto que es fatal e irremediable.

Los que sostienen la pacificación se me presentan como "pajaritos en polenta" porque la siembra del odio que estos canallas han realizado tiene que tener sus frutos y no somos nosotros los encargados de impedirlos. Cuando ese odio salga a la calle no tendremos sino tiempo de lamentarlo pero, convengamos que se lo han ganado bien. Por otra parte nuestro Movimiento tenía el ideal, pero no tenía odios. Ese fue un gran defecto porque el ideal, si bien asegura continuidad en el esfuerzo, carece de la intensidad en la lucha que sólo da el odio. La canalla dictatorial nos ha dado ahora odio por toneladas mediante la masacre y la persecución más cruel y despiadada, no vamos a ser nosotros tan estúpidos de no aprovecharlo en la lucha que estamos librando. Algunos han dicho que mis palabras no son de un estadista, cuando han leído estos palabras, pero olvidan que ahora no estoy en estadista sino en revolucionario porque el Pueblo lo ha dispuesto así. Yo sé colocarme en cada una de las misiones que me tocan.

Bueno amigo, creo haberle contestado su carta, con las ideas que he sostenido siempre, que están lejos de descender a las discriminaciones subalternas en los hombres que me acompañan en esta lucha y sin haberme creído propietario del Movimiento que encabezo por el hecho de haberlo formado. Como, asimismo, no creerme indispensable ni irremplazable en nada, sino viendo una realidad indestructible que se manifiesta a través de los hechos mismos que vivimos. Jamás he perseguido tener amanuenses, ni obsecuentes incondicionales, para servirme de ellos. Si los ha habido en el Movimiento es porque, desgraciadamente, si hubiera querido sólo gobernar con los buenos y los puros, no lo habría podido hacer. Y porque, a pesar de todo el gobernante es como el albañil que debe construir sin prejuicios sobre los ingredientes que el ladrillo contiene, estiércol, barro y fuego al final. Sin embargo no hay quién no cante a su hogar que así es construido. Los peronistas, con todos sus defectos, dieron diez años de felicidad a nuestro Pueblo y una grandeza a su obra que nadie que no sea injusto puede negar.

Aunque algunos de ellos hayan sido malos están justificados por los hechos a la vista. Si todos los que se enriquecieron fueron como, a quien la canalla dictatorial atribuye los 800 millones de dólares, que soy yo, no ha de haber tanto robo como ellos dicen y sí mucha infamia y calumnia, como me consta a mí.

De cualquier manera me gusta antes de decidir ajustar mi juicio a la realidad y hoy no dispongo de una realidad sino de una cadena de mentiras y calumnias con que la dictadura ha querido justificar una revolución inexplicable. Dar por aceptada semejante realidad sería aceptar lo inaceptable y para juzgar, no es esto lo mas indicado precisamente. Se puede decir una mentira pero no se puede hacer una mentira sino para los fáciles de engañar, porque la realidad es la verdad y porque no se puede fabricar una realidad con lo mentira por más repetida que sea y más ingeniosa que parezca. Por eso espero una realidad que aún no puede conocerse sino a través de juicios interesados y maliciosos.

Lo que ustedes deben hacer es evitarse complicaciones inútiles y tratar de seguir adelante sin pelear con la sombra. No olviden que todas tenemos un enemigo enfrente que representa nuestro objetivo principal y al que debemos subordinar todos los objetivos secundarios por mucho que parezcan de importancia.

Un gran abrazo.

Pecinco
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PARTIPACIONISMO CON UNIFORME ( mes de marzo de 1969)



En 1969, Alberte rechazaba acogerse a un decreto del dictador Ongania, que permitía la reincorporación de militares peronistas dado de baja - como el – luego del derrocamiento de Perón, esta demás decir que el propio Gral. Perón no estaba contemplado en ese beneficio, esta posición irreductible le trajo grandes desilusiones y discusiones con sus propios compañeros que acudían en masa a recibir el jugoso beneficio, entre otros algunos que habían estado muy ligados al Gral. Valle en su intento de sublevación, es en ese momento que emite un comunicado firmado por él llamado “Participacionismo con Uniforme”: “Un grupo de ex -militares que tuvo activa participación en el Peronismo ha recuperado sus grados, sus sueldos y sus privilegios como consecuencia de una amnistía que excluye a Perón y a otros. Esta exclusión no invalida el decreto. Por el contrario, reafirma nuevamente que este gobierno configura una cruda dictadura militar y que no se diferencia, en cuanto a su antiperonismo, a ninguno de los gobiernos que sucedieron a Aramburu y Rojas. Lo que invalida el decreto es el concepto de que la medida esta justificada por motivos puramente castrenses, como se infiere del Art. 1º y de los resultados discriminatorios de su aplicación. Esta concebido con la más completa mentalidad gorila, pues se continúa considerando que ser Perón y ser peronista sigue siendo un delito. Así lo consideran los gobiernos que detentan el poder en nombre del imperialismo y la oligarquía exigiendo desperonizarse previamente para ser considerado ciudadano, excluyendo de su entidad una de sus dimensiones principales: el sentimiento peronista. El análisis en particular debe cerrarse con la consideración del papel que asumen los beneficiarios. Casi todos fueron participantes del golpe del 9 de junio de 1956, cuyo fracaso significo el fusilamiento del Gral. Valle, de Cortines, Ibazeta, Irigoyen, Cogorno, Costales, Videla, Noriega, Cano, Abadie, Quiroga, Paolini, Garecca, Rodriguez, Rojas, Costa, Pugnetti, y muchos civiles mas. Los sobrevivientes han buscado la gracia que los restituya a la institución armada, a la misma que impuso la feroz y sangrienta represión a sus camaradas. Y así, mientras en 1956 un General se presentaba para hacerse responsable del fracaso y de la derrota enfrentando el fusilamiento, hoy otro General se presenta a solicitar el grado y el sueldo. Valle lo ha de contemplar desde la inmortalidad con la misma serenidad con la que afronto la muerte. Los sobrevivientes de ayer fueron fusilados hoy con un decreto de amnistía.

No podemos pasar en silencio este episodio, no podemos colocarnos en la repugnante situación de los obsecuentes que acostumbran a glorificar a las fuerzas armadas, no cuestionando jamás sus atributos inmarcesibles ante el temor de malquistarse con un factor permanente de poder, dueño de la fuerza, ejecutor exclusivo de la represión, poseedor innato de cualquier veto político.

Incorporarse a este ejercito es aceptar todo aquello, o como dijo uno de los beneficiarios "cumplir la orden". Es el participacionismo con uniforme.

Nosotros les prevenimos que algún día vendrá el hombre sencillo de la Patria a interrogar a sus militares en actividad y en retiro. No los interrogaran sobre sus largas siestas después de merienda, tampoco sobre sus estériles combates con la nada, ni sobre su antológica manera de llegar a las monedas, no sobre la mitología griega ni sobre sus justificaciones absurdas crecidas a la sombra de la mentira.

Un día vendrán los hombres sencillos de esta tierra, aquellos que fueron sus soldados, a preguntar que hicieron cuando la Patria se apagaba lentamente, que hicieron cuando los pobres consumían sus vidas en el hambre y la de sus hijos en la enfermedad y la miseria, que hicieron cuando los gringos vinieron a imponernos esa nueva forma de vida “occidental” que todo lo corrompe y compra el dinero.

Quizás para ese momento, la vergüenza que provoque el silencio como respuesta, no sea suficiente como castigo”.



Bernardo Alberte



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Carta de Bernardo Alberte a la esposa del Gral. Juan Jose Valle.



Una breve esquela que Bernardo Alberte le escribe a la esposa del Gral. Valle a fines de los 60: “He recibido por manos de su hija Susana el mas emocionante homenaje que jamás imagine merecer. Usted me hace depositario de un símbolo que compromete mi vida hasta la muerte: las charreteras del General que le fueran arrancadas de sus hombros, al degradarlo, antes de fusilarlo, por intentar defender la causa del Pueblo y de la Patria. Las charreteras del general Juan José Valle, su esposo y compañero, nuestro general y nuestro ejemplo de patriotismo, valor, sacrificio, camaradería, abnegación….”

Bernardo Alberte