domingo, 25 de abril de 2010

MARIANO GRONDONA: UN INTELECTUAL ORGÁNICO DE LA OPOSICIÓN, EN PALABRAS DE ARTURO JAURETCHE


MARIANO GRONDONA: UN TEÓRICO PARA FARUK (DEL CIPAYO A LA ANGELIZACIÓN DEL EJECUTIVO)

Este periodista integró, poco antes de su quiebra, el directorio del Banco de Intercambio Regional (BIR). Quizás Grondona crea que su tránsito desde el periodismo hasta las alturas de los ejecutivos, lo ha “angelizado” a él también según su teoría de los “ejecutivos buenos y patriotas”, y así sostenga que la pugna entre Piñeyro Pacheco y el grupo Martínez de Hoz, resulta una guerra entre ángeles y demonios. Estamos seguros de que –más allá de los diversos intereses económicos que representan- Jauretche la consideraría simplemente una pelea entre pícaros a la hora de repartirse el botín.

Arturo Jauretche compartió una mesa redonda con Mariano Grondona. Estas son sus palabras:
“Leo a este periodista desde que se perfiló en La Nación con las características de su sección que se destacaba por su sutileza para explicar los acontecimientos político, adecuándoles a la doctrina conveniente para la autoproclamada tribuna de doctrina.
Después el señor Grondona recorrió otros caminos periodísticos, y también doctrinarios, y en todos los casos continuó siendo un hábil prestidigitador capaz de adecuar sus comentarios a las exigencias de los intereses y orientaciones del periódico respectivo –o a su falta de orientación que es también un modo hábil de orientarse- con lo que ha ido constituyéndose en el jefe o maestro –no se si aceptado pero de hecho- de una escuela de periodismo que permite decir lo que quiere el periódico, o sus avisadores o financieros, pero no como si le dijera el que firma.
De todos modos es un progreso. Ahora hay por lo menos una cara visible, alguien que dice bajo la responsabilidad de la firma lo que antes parecía dicho por un ser inmaterial, sin patria, sin edad, sin carnadura física o moral: la entelequia que lleva el nombre del periódico de turno.
En aquella mesa redonda a que me referí una estudiante de Bahía Blanca me había preguntado cómo podía aclarar para sí la perplejidad que le creaba la lectura de los artículos de Grondona. Me dijo: “los argumentos me convencen, me va conduciendo razonablemente de uno a otro, y termino por aceptar la conclusión. Pero la conclusión que es completamente lógica, no me satisface definitivamente: es como si fuera una creación puramente intelectual, pero desconectada del mundo de la realidad, del mundo donde las cosas son”.
Le contesté: “Vuelva Ud. a su lógica elemental. El silogismo de Grondona está perfectamente construido, pero es simplemente sofisma. Toda la habilidad consiste en partir de una premisa falsa cuya falsedad se disimula. Así la conclusión resulta de una arquitectura construida en el aire y a la que le falta asiento, y su perplejidad es provocada por la desconexión de la misma con lo que debió ser cimiento y que no existe. Es en lo que se da por sabido que está la mentira, y el arte del solista consiste en disimularlo.
Así lo que ahora digo no es ninguna novedad para el articulista de Primera Planta que en el número 21 de noviembre del corriente año pontifica sobre La Nueva Elite.
¿Habéis leído el último discurso de De Gaulle? ¿Habéis leído a Liszt en su Sistema Nacional de Economía o a Lenin en sus análisis del imperialismo, a Haya de la Torre, a Roosevelt mismo, o a Prebisch de la C.E.P.A.L., a cualquiera de los que han escrito desde todas las doctrinas y desde todas las ideologías, sobre el tema que sus cita el distinto estado de desarrollo de los países y la influencia que las metrópolis tienen sobre los países subdesarrollados, periféricos, o como queráis llamarlos? ¿Tenéis hecha vuestra propia experiencia y la de los países a que pertenecéis en esa contradicción de intereses nacionales que todo esto supone?.
Liberales o socialistas, imperiales o anti-imperialistas, habréis discutido considerando la gravitación del distintos poder decisorio según la relación de fuerza. En la hipótesis más favorable a los imperios habréis visto presentado al gerente como una fuerza ejecutora d ela política económica de los grandes imperios. Y a lo sumo lo habréis considerado como un mal necesario en igual situación que un empresario nacional que obedece al imperio de las fuerzas naturales de la economía. Habréis visto afirmar, también a lo sumo, que queriendo servir la empresa sirve al país como consecuencia del servicio de la empresa. En los duros términos de la imagen liberal no es más que una expresión económica que sirve intereses económicos sin otra finalidad que los mismos. Por más que su gestión puede resultar útil para el país colonizado. Esta utilidad surge de la economía misma pero no de la disposición espiritual del gerente o ejecutivo o como se lo quiera llamar.
Y he aquí que Mariano Grondona viene a incorporar a la Nueva Elite, a la que se está constituyendo. Ya el gerente no es el representante del interés económico foráneo, sino la expresión de una élite gobernante que no parte de la gerencia hacia el país sino del país hacia la gerencia. Su objetivo es el bien de la patria y en función de ese objetivo es ejecutivo de empresa. Ahora se trata de un ángel que para cumplir su labor de ángel dese la élite del país, desciende a la empresa foránea, y en ella cumple una doble función que es coordinar el interés del país y el de la empresa.
Y si tenéis una duda he aquí un párrafo del referido artículo de Grondona:
“El ejecutivo de la empresa internacional cumple una doble función de vital importancia en nuestro sistema: por una parte, analiza hacia el gobierno las peticiones y las ideas de su central extranjera, por la otra presiona a su central extranjera para logar mayores inversiones en el país. El ejecutivo de la empresa nacional es así un mediador entre el gobierno y los sectores externos. Esto explica por qué, al lograr el apoyo de los empresarios locales, el gobierno obtiene también la creciente simpatía de los círculos financieros y económicos del exterior.
Se va configurando así una red compleja de grupos humanos que tienden a un mismo fin: la estabilidad del régimen revolucionario y el cumplimiento de sus objetivos económicos. La pregunta surge, entonces, naturalmente ¿No estamos, acaso, ante la presencia de una nueva élite, de una minoría de poder militar –empresario, con conexiones externas- capaz de ofrecer al gobierno una base de poder muchos más amplia y sólida que la que tenía al comenzar su gestión?.
Fijáos bien en la malicia con que está todo está conducido: el ángel ejecutivo de la empresa extranjera canaliza sus peticiones ante el gobierno. Este ángel en cambio cuando se dirige a la empresa extranjera de la cual es ejecutivo, presiona. Justamente lo contrario de lo que sucede aquí y en todo el mundo, que es que presiona con todo el poder de la empresa, las empresas afines y el gobierno de esas empresas, ante el gobierno local. En cambio, para Grondona sólo presiona cuando se trata de sus patrones extranjeros. Ahora, pues, el ejecutivo ya no es un mero instrumento ejecutor, un abisagrado personaje que cumple órdenes. Es un patriota que presiona a sus patrones extranjeros a favor del país.
Hasta ahora el cipayo había sido el nativo traidor del que se valían los ejecutivos para torcer los fines nacionales del gobierno al que pertenecía aquél. Estaba incorporado a la vieja élite como una consecuencia inconfesada de la estructura económica internacional. Pero de ninguna manera se concebía al gerente como parte de la élite gobernante. Tenía que venir Grondona, a angelizarlo previamente, para teorizar esta monstruosidad. Ya no hace falta el cipayo porque directamente le gerente forma parte de la élite. Y aquí ni siquiera se puede tener la sospecha que se tenía sobre el cipayo. Sobre el cipayo podía discutirse si efectivamente lo era o no lo era, y también discutirse si obedecía en su conducta a su venalidad o a una formación intelectual. Con el ejecutivo incorporado directamente a la élite esta discusión no es posible porque antes se ha demostrado su seráfico espiritual que sólo canaliza ante el poder público nacional, y en cambio presiona cuando se trata de la empresa que le paga.
Ahora ya tenemos un sector de la élite: los ejecutivos de las empresas extranjeras. Su presencia en la élite consolida integrándola, la minoría que se apoya en el poder militar, como dice Grondona: “dándole una base de poder mucho más amplia y sólida que la que tenía el comenzar la gestión”: Grondona no lo dice pero la consecuencia es la lógica. Se trata de la perfecta coordinación entre el poder empresario extranjero, ye l poder militar nativo. ¿Qué política económica puede surgir de esa nueva élite?. También nos lo dice Grondona:
“El gobierno obtiene también la creciente simpatía de los círculos financieros y económicos del exterior” frase que contienen la respuesta: la política económica de la empresa extranjera.
No hace falta la sutileza de Grondona para comprender entonces la dicotomía del poder fundado en esa nueva élite: las Fuerzas Armadas nacionales actúan como instrumentos de orden para garantizar la ejecución de esas políticas de os ángeles ejecutivos.
Así en la misma mediad que el ejecutivo de la empresa extranjera se convierte en ángel la función de cipayo pasa a las Fuerzas Armadas. Va implícito en lo dicho por Grondona.
Así era en la India y de haí salió la expresión. Pero en la India ya no hay más cipayos.