viernes, 16 de julio de 2010

CÓMO MIENTE CLARÍN! UNA DENUNCIA DE RODOLFO WALSH



NO TE FÍES DE UN ENVIADO ESPECIAL.

(La Habana, Octubre). Desde el anciano Repetto hasta Rogelio Frigerio, todos los que en la Argentina creían políticamente oportuno pronunciarse contra Cuba, halaban –hasta hace poco- ex cathedra.
El método tenía sus inconvenientes. Obligaba a generalidades teóricas que estaban, por así decirlo, remanyadas. Supongo que fue entonces cuando surgió la idea de mandar algunos enviados especiales que pudieran decir, al menos, que estuvieron en la calle Zanja, o comieron en la Bodeguita del Medio. Con eso y algunas postales del Morro, se lograba la atmósfera necesaria para poder mentir con la impunidad del “yo estuve”.
El primero que vino fue un cronista hispánico radicado en la Argentina. Misteriosamente, lo que escribió en una revista donde alguna vez he trabajado revertía al anchuroso mar de la generalización barata: el comunismo, la Iglesia, todas esas cosas. Por lo que deduje que, en cuanto persona, no tenía nada contra lo que pasaba en Cuba; lo que podía tener en contra, era como enviado especial. Aun la referencia a la “formación marxista” de Fidel Castro parecía menos una maldad que una divertida distracción: como todo el mundo sabe, Fidel se educó con los jesuitas.
Pero después vino otro que –éste si- puede definirse como flor de mentiroso. Me refiero a un señor Chirusi o Ciruzzi, por quien acabo de enterarme, después de un año y tres meses de estar en Cuba, de que hay “Nubes Rojas en la Noche Cubana”. Tal el título de una nota que publica en Clarín el 11 de octubre, y que al parecer forma pare de una serie.
Con gran curiosidad por presenciar ese fenómeno meteorológico, y aprovechando que es de noche, me asomo a la ciudad. Miro la curva suave del Malecón, con sus luces verdes, presiento el contorno semioculto de la bahía, observo los rascacielos del Vedado y el relumbrón de la Ciudad Vieja, algunas boyas en el Golfo de México, el destello del favor del Morro.
Nada. Lo único que pienso, es lo que he pensado tantas veces: que si hay en el mundo una ciudad fácil de ser amada, es La Habana.
No veo las nubes rojas que vio Chirusi. Me pregunto si las habrá visto en el letrero de neón del “Two Twelve” en la calle Consulado, adonde creo que lo llevaron.
Vagamente me pregunto si las nubes rojas será una metáfora. Yo creía que esa clase de metáforas estaba fuera de uso.
Después me pregunto, simplemente, si Chirusi no es un macaneador. Entonces lo leo con más atención.
Claro, yo comprendo. Este hombre viene impresionado de entrada. Le han dicho que aquí la cosa es terrible, y él se siente un héroe de películas. Apenas sale del aeropuerto, ve signas alarmantes, que interpreta dirigidos contra él, Flash Gordon Chirusi.
Escuchemos su emocionante relato:
“No bien abandonamos las instalaciones del aeropuerto, apareció ante nuestra vista un cartel desalentador: ´No te fíes … de un extraño´. A partir de entonces, las seis palabras teníamos que encontrarlas hasta en los lugares más sorprendentes. Seis palabras que, como otros tantos candados, cerraban nuestra boca cada vez que decidíamos entablar charla con nuestro invitado, el Cabo rebelde. La advertencia de marras nos recordó a otras similares en países en guerra, donde trata de formarse una conciencia de discreción para impedir, dentro de lo posible, la acción de espías y saboteadores”.
¡Joñó!, como dicen aquí. Experiencia fuerte la que ha tenido que pasar este Flash Gordon Chirusi que Viena a Cuba con una misión especial, y nomás desembarca, se enfrenta con esos amenazantes cartelones urdidos seguramente por INIT en combinación con la NKVD, más el Gosplán y el G-2, me llevo uno.

Pero el carel lo obsesiona a Chirusi. Si no lo obsesionara, ¿cómo podría ponerlo de subtítulo en su nota?.
Chirusi ha ido a comer y se ha encontrado (naturalmente) con checos y con chinos. Este encuentro le permite siniestras inferencias y un alegre olvido: los 30.0000 chinos que viven aquí desde hace años.
Pero el tema totalitario lo persigue:
“Salimos de la cafefería y no podemos menos que sonreís cuando a la luz rojiza de un cartelón de propaganda leemos: ´No te fíes… de un extraño”.ya antes ha descubierto:
“El automóvil sigue su marcha. En todo el trayecto se suceden los cartelones con leyendas como estas: ´Patria o muerte¨, ´Venceremos¨, ´No te fíes… de un extraño…”.
Pero aquí, confieso que yo estoy intrigado. En el tiempo que estoy, creo que he visto todos los carteles de La Habana. Pero éste, no te fíes de un extraño, no te fíes del as-reporter, no te fíes de Chirusi, que viene a descubrir el secreto de Cubanacán, ése juro que no lo he visto. Entones le pregunto a un amigo:
-Che, decime, ¿qué es “No te fíes… de un extraño”?
-¡qué va a ser! Una película.
Compro el diario, y al fin descubro el anuncio que tanto alarmó a Chirusi: “Columbia Pictures presenta: No te fíes… de un extraño, en megascope, con Gwen Watford y Patrick Allen…”
¿Hace falta seguir? ¿Hace falta explicar que el artículo, la serie, todo lo que escriba sobre Cuba este Señor Chirusi es la versión novelada de una imaginaria aventura?.
Claro que él mismo lo dice cada vez que repite lacrimosamente: “Esta no es La Habana”. Claro que no lo es.
Contate otra, viejo. Esa, ya la vimos.

Rodolfo Walsh (1961)